lunes, 30 de agosto de 2010

#6

No sé, en realidad, que hombre puede ser si ha de hacernos semejante perfidia, y no entiendo cómo, después de tanto amor y de tanta impaciencia probada, de tantos homenajes urgentes, deseos, suspiros y lágrimas, después de tantas cartas apasionadas, de tantas ardientes protestas y de tantos reiterados juramentos, de tantos arrebatos, en fin, que fue mostrando hasta forzar con su pasión el sagrado obstáculo de un convento y así lograr que Doña Elvira cayese en su poder; no entiendo, repito, cómo después de todo eso tendría corazón para faltar a su palabra.

Don Juan o El convidado de Piedra.
Moliere.